La
distancia existente entre la situación educativa de la población
gitana y el resto de la población contribuye a agrandar la brecha de
la desigualdad y la exclusión social que presenta una buena parte de
esta comunidad, siendo el nivel educativo de la población gitana muy
inferior en comparación al conjunto de la población española.
La
población gitana española (700.000 personas
aproximadamente) se ha incorporado hace apenas 30 años al
sistema educativo. En tan poco tiempo, el avance ha sido enorme, y se
ha pasado de la exclusión, a la escolarización. Hoy podemos hablar
de que las niñas y niños gitanos están escolarizados en Primaria,
un hecho que hace unas décadas era impensable.
Pero
la
gran brecha educativa
se muestra con crudeza tanto en las posibilidades de los jóvenes
gitanos de acceder a Secundaria y en las posibilidades
de completar los estudios obligatorios.
La brecha comienza a dibujarse en Primaria, pero se abre antes
incluso de la finalización de la Enseñanza Secundaria Obligatoria
-con un
64% del alumnado gitano de entre 16 y 24 años no concluye los
estudios obligatorios frente al 13% del conjunto del alumnado.
La
promoción del alumnado gitano hacia niveles
superiores de estudio es
uno de los aspectos básicos en nuestro trabajo. La presencia de
jóvenes gitanos y gitanas en estudios postobligatorios, es aunque
aún escasa, cada día más notable.
Quizás
haya personas que no crean en el avance de esta comunidad en nuestra
sociedad debido a la imagen estereotipada que tienen, fomentada en
tantas ocasiones por algunos programas televisivos. Si lanzamos la
pregunta de cuántas personas de etnia gitana viven en chabolas o cuántos niños y
niñas están escolarizados, muchos se sorprenderían con las
respuestas.
Hay
una realidad invisible en la que se mueve la gran mayoría de la
comunidad gitana española.
Sólo
el 4% de esta población vive en chabolas. Y respecto a la segunda
cuestión, el 93,2% de niños y niñas están escolarizados en la
etapa primaria, y han avanzado, y mucho, en su formación.
Se
habla de avance cuando hay una gran diferencia entre los principios
de los noventa, donde el 3% residían en infraviviendas, frente al
12% de 2007; o en los ochenta, donde niños y niñas de etnia gitana
acudían a escuelas separadas, dato que resulta inconcebible a día
de hoy.
Según
los datos recogidos por el organismo internacional del estudio anual
“Educación
para todos” edición
2012 de la UNESCO, los españoles son los europeos que más abandonan
los estudios antes de acabar la Secundaria y los que más problemas
tienen a la hora de incorporarse al mundo laboral.
La
Comisión Europea dirigida al Parlamento Europeo
señala que el abandono escolar prematuro está causado por una
mezcla de factores individuales, educativos y socioeconómicos,
culturales y didácticos que condicionan la escolarización de muchas
personas y hace referencia a la situación de la población gitana
como grupo especialmente afectado por este fenómeno.
El
elevado abandono escolar es por tanto, uno de los grandes retos a los
que toda la comunidad educativa se enfrenta en relación con la
comunidad gitana: es necesario que las propias
familias gitanas, los centros educativos, el alumnado, así como
otros agentes educativos y sociales y el conjunto de la sociedad
contribuyan de forma conjunta a esta causa.
Es
fundamental contemplar las vivencias del niño y partir de sus
conocimientos previos, la educación en valores democráticos y
convivenciales e introducir en la escuela actividades que
propicien el conocimiento de otras culturas.
Si niños y niñas, desde pequeños son dotados de una educación de calidad, sin discriminación, conviviendo y aprendiendo desde la diversidad de identidades, no haría falta hablar de inclusión si no de convivencia, y los prejuicios se reducirían en un altísimo porcentaje.
Si niños y niñas, desde pequeños son dotados de una educación de calidad, sin discriminación, conviviendo y aprendiendo desde la diversidad de identidades, no haría falta hablar de inclusión si no de convivencia, y los prejuicios se reducirían en un altísimo porcentaje.
Sólo
una perspectiva sistémica e interactiva puede dar cuenta de todos
los factores intervinientes en la escolaridad de los niños y niñas de etnia gitana.
En cualquier caso, el aprendizaje se sustenta en la
comunicación, en la relación interpersonal que es el verdadero eje
de aprendizaje. Cuando la relación social y el proceso de
enseñanza-aprendizaje se produce sobre la base de confianza y es
gratificante para ellos, se genera en el autoaprecio, seguridad en
sí mismo y deseo de continuar aprendiendo.
El
aprendizaje escolar conlleva esfuerzos, errores, correcciones... y la
institución educativa tiene habitualmente dosis de presión y
frustración e incluso a veces de arbitrariedad. En estas
circunstancias, los alumnos/as de etnia gitana suelen vivir con una
tensión añadida, no tanto por encontrarse en inferioridad de
condiciones socioeconómicas o lingüísticas (que no siempre se da
este caso), o por sufrir un choque cultural. Más bien por la mirada
recelosa motivada por el prejuicio, las relaciones intergrupales
desiguales y la actitud desconfiada que los demás vierten sobre
ellos.
Estos
obstáculos pueden salvarse con esfuerzo personal, familiar y/o
escolar. Sin embargo la barrera es más difícil de saltar si falla
la propia autoestima, cuando uno afronta la situación de enseñanza
-aprendizaje con mensajes contradictorios, sin una comunicación y
confianza mutua con los que han de construir su aprendizaje y si va
acumulando experiencias negativas, fracasos y desfase escolar.