No se puede iniciar una lucha ante la exclusión social de la etnia
gitana, sin antes investigar sobre el origen de ésta.
Es por ello, que a continuación, creemos conveniente prestar la siguiente información sobre dicho tema:
Dada la movilidad de la etnia gitana sobre el territorio, su origen ha sido un tema muy controvertido. Aún así, las pruebas más contundentes a día de hoy, proceden de los estudios de lingüística. Desde 1780, los lingüistas alemanes Grellmann y Rudiger, y el británico Jacob Bryant, demostraron científicamente cómo el Romanó (la lengua de los gitanos), tenía sus raíces en el idioma sánscrito. Desde entonces existe una amplia aceptación, por parte de la comunidad científica internacional y del propio pueblo gitano, de la certeza de que sus orígenes se encuentran en el Punjab y el Sindh, zonas situadas al noroeste de la India.
Se cree que durante las invasiones islámicas que se
produjeron durante el siglo IX en zonas del norte de la India, varios de sus
habitantes decidieron emprender una huida que les llevó primero hacia la
zona occidental de Asia, y más tarde, en
sucesivas migraciones, hacia el continente europeo donde llegaron alrededor del
siglo XV.
Desde entonces, el pueblo gitano ha ido siguiendo diferentes
caminos por Europa, creando grandes grupos. En los distintos lugares donde
se han establecido, estos grupos han adoptado la lengua y han desarrollado
tradiciones diferentes fruto de la interacción e intercambio cultural. Pero
dentro de la diversidad que les caracteriza, cada uno de estos grupos ha
mantenido la unidad como pueblo a través de la fuerte vinculación que
proporciona la identidad gitana. Esta identidad une a sus miembros en todo
el mundo indistintamente del país de residencia porque ha sido forjada junto a
una historia de huidas permanentes.
La unidad identitaria del pueblo gitano constituye un
elemento clave en la resistencia al contexto histórico-político discriminatorio
en el que ha convivido con las comunidades no gitanas, ya que aunque durante los
primeros años en Europa no fueron recibidos con mucha resistencia, a finales
del siglo XV y principios del XVI empieza a haber una herida en el territorio español
en contra de la comunidad gitana en un doble sentido, por un lado, para
obligarlos a sedentarizarse (dejar de ser nómadas), y para que perdieran sus
elementos de identidad de origen (su forma de vestir, de hablar…). Así, su
movilidad histórica y sus interacciones con miembros de otras culturas
mayoritarias han recibido como respuesta un rechazo a lo diferente. Dada su
imagen nómada y un estilo de vida diferente al de las poblaciones que
habitaban los lugares por los que pasaban, desde su llegada a Europa hasta la
actualidad, el pueblo gitano se ha encontrado en situaciones discriminatorias
que han condenado a sus miembros a permanecer en los márgenes de la sociedad
europea. A lo largo de la historia, las personas de etnia gitana, han sido
víctimas de la esclavitud, expulsados, perseguidos y criminalizados en la
mayoría de países europeos.
Aún así, varias generaciones del pueblo gitano
han acabado creando una cultura que ha perdurado a través de la historia, sobreviviendo
a los constantes ataques que ha sufrido.
Por todo ello nos preguntamos que si realmente todas las
culturas y pueblos buscan conseguir la unidad, ¿por qué se sigue juzgando a
aquellos que ya la han alcanzado y que además la han mantenido?
Cabe destacar, que durante la Segunda Guerra Mundial fueron asesinados entre un cuarto de millón y más de medio millón de gitanos en los campos de exterminio nazis. El reconocimiento público y la indemnización a las víctimas gitanas de este genocidio es todavía una asignatura pendiente en una Europa que se esfuerza para mirar al futuro desde la cohesión social. Algunos intelectuales como Noam Chomsky ya han alzado sus voces para denunciar este silencio histórico, porque aún se espera que todas estas muertes tengan la misma relevancia que las de otras personas de diferentes culturas, que durante la misma época, perdieron la vida.
A pesar de este fuerte sentimiento de cohesión social del que
goza la cultura gitana, la exclusión que han sufrido y sufren sus miembros ha
imposibilitado el conocimiento y la difusión de su cultura e identidad. Se
pierde, así, un importante potencial desde el punto de vista de la integración
de territorios, en una Europa que se encuentra en un momento
especialmente difícil para su proceso de consolidación, tanto en términos
políticos y económicos, como sociales e identitarios. Parece que se abren
puertas a lo de fuera antes de tener en cuenta aquello con lo que ya contamos.
Además, tal desconocimiento ha favorecido que se generen más
prejuicios, estereotipos y tipificaciones exclusoras. Para lograr una
convivencia intercultural y cohesión social es necesario conocer cómo son las
culturas, sus saberes, sus valores y sus formas de vida. Superando el
desconocimiento de la cultura e identidad gitanas se daría el primer paso hacia
ello.
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