Si la comunidad gitana en general sigue sufriendo exclusión por parte de la sociedad, las mujeres gitanas se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad. Abordamos a continuación las barreras que provocan la exclusión de éstas en torno a cada una de las siguientes variables: género, origen étnico y nivel académico:
Género: Por ser mujer
La
desigualdad que sufren las mujeres se refleja
en diferentes ámbitos de la sociedad, siendo
el mercado de trabajo uno de los que la hacen más visible.
Por ejemplo, las mujeres perciben
menor salario que los hombres por desempeñar las
mismas ocupaciones, ocupan
cargos de menor responsabilidad o cualificación, aún con el mismo nivel académico, e incluso en numerosas ocasiones, con un currículum vitae más competitivo.
A su vez, la responsabilidad de todas las consecuencias de la maternidad continua siendo mayoritariamente de la mujer, y por tanto, las repercusiones negativas que se derivan desde ciertas perspectivas empresariales, también.
Las mujeres gitanas sufren ésto aún más, dada su concepción de la maternidad como un valor en sí mismo.
Origen étnico: Por ser gitana
La historia del pueblo gitano sigue marcada por la exclusión, incluso después de más de seis siglos de convivencia en Europa. Si el riesgo de la invisibilidad o de la marginación
se extiende a toda la comunidad gitana,
en el caso de las mujeres, esta situación se acusa especialmente, dado que en todas las culturas, las mujeres son el grupo social que más se resiente de las tensiones y transformaciones sociales. De este modo, el riesgo de sufrir pobreza, analfabetismo, racismo, etc, que afecta frecuentemente a la comunidad gitana es mayor entre sus mujeres, ya que se sitúan en una posición de clara desventaja.
Si las
diferencias en la inserción laboral, en el reconocimiento de las capacidades profesionales y en los derechos laborales entre hombres y mujeres son aún importantes, también existen diferencias significativas
entre mujeres de distintos grupos étnicos.
Partiendo de la investigación llevada a cabo en
WORKALÓ, se observa como las posibilidades para el acceso al mercado de trabajo se reducen para las mujeres gitanas. A continuación, mostramos un ejemplo que nos dejan ver:
"Después de un proceso de formación de un programa de garantía social, de peluquería, salen ofertas de trabajo. Entonces se presentan nuestras alumnas (que ya no eran alumnas, ya eran profesionales de la cuestión) y entonces directamente la empresaria de peluquería les dice «¡Ay!, Lo siento mucho, pero no te puedo coger. No te puedo coger porque aquí nos interesa gente que no sea gitana, porque ni siquiera con una bata lo disimulas» ".
Nivel educativo: Por ser mujer no-académica
Las mujeres gitanas pertenecen a una cultura de antigua tradición oral. Por tanto, la comunidad gitana tradicionalmente no ha accedido de forma mayoritaria al mundo académico.
Como ya sabemos,
la formación es una de las claves para la incorporación y promoción en el mercado laboral.
En este sentido, el tránsito de la sociedad industrial a la Sociedad del Conocimiento comporta importantes cambios en las prioridades para la comunidad gitana. No se pierden sus tradiciones, sino que se transforman. De este modo, la educación se ha convertido en uno de los temas centrales en el seno de la propia comunidad gitana dado que es una vía de promoción económica y una forma de salir de la exclusión social.
Dicha exclusión del sistema educativo se hace patente a través del
escaso acceso de la comunidad gitana a la universidad, siendo sólo una de cada 100 personas gitanas, la que tiene acceso a la formación universitarias, sin que existan datos sobre la mujer. Pese a estos numerosos obstáculos, las mujeres gitanas, cuya exclusión educativa es especialmente acuciante, han alzado la voz para reivindicar su derecho a una educación de calidad que les permita acceder a titulaciones superiores y competir en el mercado laboral en condiciones más igualitarias.
En las últimas décadas nos encontramos en el Estado Español con un potente asociacionismo de mujeres gitanas que persigue, entre otros objetivos, el de eliminar los estereotipos sociales vinculados a su comunidad. Desde dicho marco, encontramos experiencias interesantes como los encuentros de mujeres gitanas que reclaman una educación para niñas y mujeres gitanas, su futuro acceso a la universidad, y la incorporación al mercado laboral en condiciones dignas.
Así, se intenta superar la imagen estereotipada la etnia gitana, que además de prejuicios raciales en el momento de la contratación, tampoco la legislación laboral vigente tiene en cuenta la situación de desventaja en que se encuentran algunos grupos, entre ellos, las mujeres gitanas, reconocidas como pasivas
y sumisas a la autoridad
masculina (primero al padre,
luego al marido y finalmente
a los hijos). Siguiendo con
el imaginario colectivo existente en
torno a las mujeres gitanas, éstas estarían supuestamente recluidas en el hogar, cuidando a toda la familia y sin otra posibilidad que la de tener hijos. Paralelamente, otra imagen ampliamente extendida es la falta de interés por
la educación. Los medios de comunicación han contribuido de forma
relevante en la creación de una actitud racista, a través del énfasis sobre noticias negativas (maltratos, delincuencia, etc.).